Spanish commentaries
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*** CADORS n°1 ***
1) PASCAL contra CHRISTOPHE 2
Muchos mamíferos carnívoros actúan en manada. En la manada
hay un jefe que tiene el poder y goza de privilegios. El
tiempo, que todo lo devora, hace que en ocasiones
los machos jóvenes quieran destronar al macho dominante
para ocupar su lugar. Es ley de vida. En este combate,
vemos una metáfora de la vida. El joven Christophe cree
que ha llegado el momento de ocupar el sitio del gran
Pascal. Pascal, curtido en mil batallas, con la seguridad
que dan los años, desea enseñar a su rival quién es el
que manda y mandará por mucho tiempo. Gran parte de
su poder radica en el respeto. En el calentamiento, apenas
se miran. Pascal tiene ventaja en el peso y en la experiencia.
Si yo fuera Pascal, plantearía un combate de posición tratando
de que Christophe se vea desbordado por el peso de Pascal
y se canse. Y si fuera Christophe, es evidente, buscaría
que esa masa de más jugara a mi favor, haciendo a Pascal
moverse más y cansándole. En cualquier caso, el tiempo juega
a favor de Christophe y su mejor baza es reservarse para
el final.
Al inicio del combate, Pascal se mantiene al acecho y aprovecha
los fallos de su oponente. Es más fuerte y lo sabe. Pero
según avanzan los minutos, el cansancio comienza a hacer mella
en él. Es la hora de Christophe. Implacable, comienza a
resurgir. Una vez rodea a Pascal con su piernas y logra
hacer palanca sobre el antebrazo del contrario, ya no hay
defensa posible. Parece que el destino está ya escrito y habrá
relevo en la manada. Sin embargo, la diosa fortuna aún no
se ha pronunciado. Inesperadamente, el combate se ha de
suspender por unos minutos debido a una lesión en el tapiz
de al lado. En W&L, los combates no son simulados ni tienen
guión como es costumbre en muchos sitios de Internet. Se
pueden dar situaciones inesperadas como ésta. ¿Será
suficiente el descanso para retomar la situación en el punto
en que se encontraba al inicio del combate? No
desvelaremos la incógnita. Lo seguro es que, sea cual
sea el resultado, nos encontramos con dos grandes luchadores,
llenos de espíritu deportivo, como se demuestra en el saludo
final.
2) ARA contra SYLVAIN 2
Pasamos al tapiz exterior. Este combate se va a desarrollar
simultáneamente con el primero. Vemos calentando a Ara, más
compacto que un estilizado Sylvain, que es pura fibra, puro
nervio, desafiante, seguro de sí mismo, con un punto de "chico
malo". Sale Sylvain como un torbellino, somete, empuja y
reduce ipso facto a Ara. Muchas personas temerían estar
en el lugar de Ara y, sin sus conocimientos de lucha, estar
completamente al antojo de huracán Sylvain. Pero Ara sí sabe
luchar y no está dispuesto a que jueguen con él de semejante
manera. Sin prisa, pero sin pausa, Ara logra tener bajo control
al contrario. Es impresionante el aguante de Sylvain. Donde
otros hubieran abandonado al poco tiempo, él persiste en darlo
todo, con el riesgo que ello conlleva en los deportes de combate.
La frontera entre el sufrimiento valiente y el riesgo temerario
es, sin duda, muy difusa. No hay que perderse la escena en que
Sylvain controla la pierna de Ara y, acto seguido, a la contra,
se encuentra atrapado, tratando desesperadamente de defenderse
con una tijera al cuello de Ara, tan espectacular como ineficaz,
para finalmente resistir infinitamente el estrangulamiento de su
oponente antes de abandonar. El combate se va
calentando por momentos. Las victorias se rubrican con patadas
o empujones al contrario. No se acepta una única palmada
como señal de rendición. Se quiere más.
Y entonces ocurre lo inesperado. Después de una rendición,
uno de los luchadores no se recupera. Respira con dificultad.
No responde. Tiene la mirada un tanto perdida.
En esos momentos, como grandes deportistas, el otro luchador
olvida inmediatamente el calor del combate y se presta a
atender diligentemente a su compañero, tratando de reanimarlo.
El combate entre Cristophe y Pascal, en el tapiz interior, se
interrumpe para asistir al herido y trasladarlo al hospital.
3) FABRICE contra BENOÎT
Seguimos en el exterior, con Apolo rozando suavemente ya
el horizonte y dotando a la grabación de unas cálidas
tonalidades doradas. Un breve calentamiento nos muestra el
envidiable cuerpo de Fabrice. Su altura, la ausencia de
grasa, su musculatura no excesivamente desarrollada se une
a la forma de moverse y su postura erguida como huso de
Guadarrama, haciendo que la palabra que mejor lo describe
sea indudablemente la elegancia. Benoît es algo más bajo
y, aparentemente, más fuerte. Luego la palestra tiene
en esta ocasión como contrincantes a la elegancia y
la contundencia. Y ciertamente es así. Benoît parece
dominar en los primeros instantes de la lucha y Fabrice
debe recurrir a golpes de pierna y puño para librarse en
última instancia de reconocer la rendición.
Sabe Fabrice sazonar el enfrentamiento con exactas dosis de
humor a las que Benoît ofrece su justo contrapunto. La lucha
está repleta de momentos inolvidables. En un momento, Benoît
tortura las piernas de Fabrice que recurre a golpear con el puño
a quien le atrapa, como de costumbre. Benoît debe agarrar
y anudar artísticamente también las manos de Fabrice para,
sin tabla salvavidas que asir, obligarle a rendirse.
Otro momento memorable ocurre cuando estando ambos boca arriba,
Fabrice logra inmovilizar a Benoît haciendo palanca con
sus manos y sus piernas en horquilla sobre el brazo
izquierdo de Benoît. Le insta a que se rinda, cosa a
la que Benoît no puede ofrecer gran resistencia.
Una vez rendido, afloja la palanca pero no suelta a su
víctima. Le inquiere a que diga quién de los dos es el
mejor. Benoît trata de resistirse, pero un par de presiones
sobre su muñeca rápidamente le convencen de que no está
en situación de imponer su criterio, ni mucho menos.
Lo cierto es que en semejante confesión forzada, Benoît
se equivoca. Un combate tan recomendable y espectacular
como este no es fruto de uno de los luchadores, sino de
la interacción y complemento de ambos. Lo de menos es
el vencedor. Tan es así que las personas que asistieron
a él se ve en la filmación que no pueden reconocer sino
con aplausos el buen trabajo realizado por ambos
luchadores.
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*** CAIDS n°1 ***
1) CHRISTOPHE 1er contra CHRISTOPHE 2
Iguales en nombre, ahí es donde acaba toda su semejanza. A Christophe le gusta destacar,
es desafiante, incluso bravucón y, si para ganar hay que traspasar la serpenteante línea
que bordea la legalidad, pues bueno está. Christophe 2, por su parte, pasa desapercibido.
Tiene un cuerpo bronceado envidiable, cuya ausencia de grasa permite apreciar unos bien
esculpidos abdominales. Suele trabajar las piernas de su oponente y a ciencia cierta que
maneja con destreza las suyas. Deja que Christophe hable y hable, espera agazapado y,
llegado el momento, aplica meticulosamente una sucesión de llaves hasta inmovilizar a
su contrincante. Sin embargo, Christophe es más eficaz para lograr la rendición. Patadas,
puñetazos o, incluso tapar la nariz del oponente valen. Aunque también trucar el marcador,
aprovechar una rendición para contraatacar a traición y un sinfín de marrullerías.
Christophe 2, mucho más técnico y con una desventaja aparente en peso, no entra en ese
juego. No se debe uno perder en este combate las tres veces en que Christophe 2 logra
inmovilizar haciendo presa con las piernas en un brazo y el cuello de Chistophe. Lenta
e inexorablemente, sin esfuerzo aparente, coloca el brazo entre sus piernas mientras
con sus pies sujeta la cabeza del rival. Puede permanecer así el tiempo que desee con
un Christophe a su merced que parece no hablar tanto en esos momentos. Esta situación
molesta horriblemente a Christophe que aguanta estoicamente el ataque y, a la menor
opción, contraataca enfurecido. Pero la furia no es buena consejera. Al final del
combate, Christophe 2, mucho más sereno, coloca sus piernas en tijera alrededor de
la cintura de Christophe, mientras controla desde atrás su brazo en una posición en
la que no desearíamos estar ninguno de nosotros. Parece que al final logrará
una rendición incondicional y humillante y Christophe no podrá usar ningún truco sucio
pero, ¡ni por esas! El silbato se alía con Christophe y acaba el tiempo. Lástima.
Un combate interesante por el contraste de los dos contrincantes, divertido de ver por
la personalidad única de Christophe.
2) BENOIT contra DAMIEN
En la lucha hay un sexto sentido que te dice, viendo calentar a dos oponentes, cuál
de ellos va a ganar, sin necesidad de que comience la batalla. En este caso, Benoît
parece el vencedor. Parece más fuerte, más compacto, más decisivo en el momento justo,
pero hay algo en la mirada de Damien que suscita la duda. Se capta seguridad y confianza
en sí mismo. Nada más comenzar la lucha se advierte que estamos ante dos grandes deportistas.
El despliegue de potencia es espectacular. Los embates, imparables. La adrenalina se
respira en el ambiente. Cuando uno de ellos consigue un punto, el otro cobra fuerzas
renovadas y arremete sin piedad contra el rival. Son dos auténticas máquinas de matar.
En un momento de la lucha, Benoît controla con sus piernas, desde detrás, las piernas
de su oponente. Con su brazo derecho sujeta la cabeza de Damien hacia atrás, dejando
las arterias del cuello expeditas para poder presionar con su puño sobre ellas y lograr
la rendición. Ambos contrincantes desarrollan buenas técnicas, como una
proyección de Benoît que hace volar a Damien y caer limpiamente sobre sus hombros,
para acabar con él con una palanca al brazo. O una tijera de piernas en forma de
cuatro magníficamente ejecutada. Damien recurre a unas espalderas del gimnasio donde
se desarrolla el combate en más de una ocasión para encontrar un punto de apoyo o
librarse de una llave. El marcador se mantiene igualado hasta el final. En esos
momentos, es asombroso cómo, a pesar del cansancio y del sudor que dificulta el
agarre, ambos contrincantes muestran una fuerza explosiva inaudita, arrolladora.
Suena finalmente el silbato y el combate no puede acabar de otro modo que
saludándose deportivamente estos dos espléndidos atletas.
Para aquellos que gusten de los combates igualados, de contrincantes agresivos y
plenos de potencia y resultado incierto hasta el final.
3) ARA contra YUNG
Cambiamos de escenario en este último combate de la cinta. Rodado en el exterior,
el tapiz de lucha se ha colocado sobre una explanada de hierba en un día levemente
nublado. Los minutos de precalentamiento nos permiten admirar el cuerpo bien
definido, bronceado y esculpido de Yung. Este hombre seguro que si quisiera podría
sustituir la palestra por la pasarela. A Ara también le vemos más fuerte y, se
diría que gana en peso a su rival, lo que marcará definitivamente el combate.
En este combate no hay marcador, aunque tampoco es que haga mucha falta. Ara,
tras unos escarceos iniciales, domina claramente a su contrincante. Vemos a un
Ara desafiante, juguetón incluso, haciendo valer su ley en el tapiz. Pero un
encomiable Yung no abandona y trata una vez tras otras de proyectar o desequilibrar
a su rival, con buena técnica, aunque con poca fortuna. No obstante lo dicho, Yung
logra hasta tres veces brillar momentáneamente estrangulando a Ara y logrando que se
rinda, siendo aclamado por el público asistente. Ara, por su parte, hace demostración
de poderío físico levantando del suelo en varias ocasiones a su contrincante oriental,
que parece un muñeco de trapo en sus manos. La diferencia de tamaño resulta insalvable.
Ara imponiendo su dominio una vez más. ¿Encontrará alguna vez la horma de su zapato?
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